martes, 9 de noviembre de 2010

La Oración del Vendedor

Señor, ayúdame:

A levantarme temprano, con pensamientos optimistas y entusiastas, con fe en ti, en mí y en mi trabajo.

A organizar mi trabajo del día en tal forma, que todo el tiempo esté tan ocupado, que no tenga tiempo para pensamientos o conversaciones pesimistas.

A sonreír siempre, aún en medio de los obstáculos, pensando que dichos obstáculos son naturales y que no permitiré que me detengan sino que los convertiré en peldaños para ascender.

A sentir a todas horas que con mi trabajo estoy beneficiando no solamente a mis seres queridos sino a todos los hogares de mis clientes.

A estudiar y analizar honesta y eficientemente los problemas y necesidades de mi cliente en relación con mi trabajo y recomendarle en forma clara y sencilla las soluciones más adecuadas.

A ser sincero conmigo mismo y con mis clientes y a gozar sirviendo.

A tratar de que cada cliente se convierta en mi amigo y no en una fuente momentánea de ingresos para mí.

A escuchar con paciencia e interés y sin interrumpir.

A no olvidar que posiblemente escucharé varios NO antes de oír un SI.

A buscar las rosas sin maldecir las espinas.

A no llorar sobre la leche derramada.

A reconocer y corregir mis deficiencias y errores.

A no dejar para mañana lo que pueda hacer hoy.

A recordar que el Éxito no es suerte, sino hijo de la tenacidad, la constancia, la fe, el optimismo y el entusiasmo.

A no envanecerme con una venta ni sentarme a descansar sobre ella.

A proponerme a no vivir a crédito sino con superávit para poder trabajar sin el lastre de la angustia económica.

A no olvidar que si practico diariamente estas normas y cuento con tu ayuda adquiero el hábito del ÉXITO y no lo dejaré en el futuro.

No hay comentarios:

Publicar un comentario